Una mañana como esta nació
Su madre casi muerta del parto
Su padre con Rubén cantaba la de Ramiro
Nació su niño, con un pan bajo el brazo a ser un inquilino de la casa 11 en la alameda 10.
En casa lo esperaban dos hadas
Con travesura y mañas su nuevo juguete favorito era un bebé:
No me lo vean mucho que se gasta
No le aprieten tanto los cachetes se le van a desinflar.
De golpe aprendió a caminar
Tropezando conoció su naturaleza
Balbuceando aprendió a hablar y ahora nunca se calla.
El menor del sacristán
Nunca permanece en silencio pero siempre escucha
Imagina nuevos mundos de maromeros y carros de lata oxidada
Universos de escarchas y canicas.
Sus pies torcido corren sobre la callejuelas
Unos zapatos ortopédicos recibirá de regalo de cumpleaños o navidad
Sin saber como, corre, camina, cae y se levanta.
Al menor de tres le callo un libro una vez como a Newton la manzana
En esta vuelta la curiosidad le gana y del golpe leyó y ahora no se calla.
Una comedia celestial y un Hidalgo trastornaron su mente
Sintiendo el mundo de repente aprendió a hacer sentir
Se robo un lápiz y una libreta de la pulpería.
Ahora sus historias son la nuestras
Cotidianas y habituales, memorias de barrio pobre con suma y resta
Conversaciones entre portones de su madre con concepción
Los viejos en los buses, y los sermones de un cura tartamudo
Todo lo recuerda y está escrito
Un evangelio de barrio sureño, de calles empolvadas, travesuras y correteo de zapatos correctivos.
Nunca lo volvimos a mirar
Dicen que se le enderezaron los pies
Ahora vive escondido, sale ocasionalmente a escuchar nuevas historias
Un poeta bendito con el poder de crear la ilusión
Sabe todas nuestras historias, pues son la suya
Y si el desenlace es la tristeza, nos inventara también la esperanza.
La trajo desde niño, escondida bajo el brazo
La esperanza nuestra de cada día.