Viernes Santo
Todos mis malos actos vinieron al estrado para
condenarme
Me acusan de olvidar y repetir, y soy quien
firma la orden de muerte
Me echan la vida en hombros y me patean, me
pateo, me escupen, me escupo
Caigo desbocado al lugar donde tropiezo
siempre y siento el calor revolotear en mi estomago
Quemo todo lo que hubo, me hiere todo lo que
paso.
Rezo al cielo por unas manos amorosas que me
levanten, y solo acuden el par bendito de aquellas manos que me arrullaron.
Mama, que me quiebran los huesos
Mama, que me ahogo en llanto
¿Si te apartan de mi a quien acudo? No hay
manos que como las tuyas ni tan grande amor
¿Quién me limpiará el rostro, quien me secará
las lágrimas, quien me dormirá en sus brazos?
No te encuentro y me vuelvo a lanzar al suelo,
buscando en el fondo del vaso el calor maternal, buscando una señal para vivir,
el perdón que me he negado.
Pero resurjo o lo aparento: No lloren por mí,
hijos de este mundo, lloren más bien por ustedes mismos.
La vida es ruleta mañana ustedes traerán la
cruz a cuestas.
Y todos no le lanzamos a los pies a algo,
rogando un amor y un consuelo, ustedes sueñan…
Yo bebo.
Me despojo de la idea de la paz mental, me
quito la túnica del auto aprecio y la seguridad
Mientras se echan a suerte mi sudor
Me clavan profundo y perenne en la desolación
y el desespero.
Papa me atraviesan
Papa que me muero
Y no va a haber sábado santo que me sane
Y no va a haber Domingo triunfante que me
despierte.

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