lunes, 22 de julio de 2019

Le atizaron el furor al infierno




Le atizaron el furor al infierno 
Y la ansiedad me hiere los costados
 
Mis pulmones se cierran imaginándola en los brazos de otro
 
Los luceros se me vuelven casas arrolladas por las cabezas de agua.
El corazón se me vuelve un pedazo de excremento siendo pisado en los potreros.
 
Mi seguridad ya carente, ya vana se alejó desde la mañana que debajo de mi dintel pasaste y la espalda tuya no se girase para ver la estocada de gracia hacia está, tu famélica víctima.
 
Saliendo de entre tierras en afanes de un resucitado.
Me veo herido en el afán de dar amor.
Maldita bendición entre comillas.
Si un corazón es tan pesada carga.
 
Pobre tonto charlatán que queriendo ser paloma lo devora un gavilán.
Llasco y ardo en mi lecho, plumífero asqueroso y lastimero, carente de un nido y por supuesto carentes de huevos para.
Un tiro de gracia que diera en el blanco entre pilares que sostienen la conciencia.
 
Parar de llorar
Para de sufrir
Parar en parte el duro tránsito del vivir
 
Noches inconmensurables en estertores y humedades, ataques del odio que nos sacan el aire.
Ahogo mortal de las almas sin suficientes proteínas amorosas.
 
Ahogo mortal de corazones flotando en la sustancia del dolor.
Corazones flotando en el fondo del abismo.


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