Un dĂa como miles, despertar
Pasarse por los ojos las manos
Rascarse por debajo del pijama
Del camarote levantarse
Un pie, luego el otro pie.
Buenos dĂas Papá
Vibra el teléfono, no está ella.
19 años, un ajuste de cuentas
Las malas juntas no irán al funeral.
De miles de dĂas ese será uno por recordar.
Otro dĂa cualquiera, una balacera
Esconderse bajo una buseta y escuchar un disparo.
Ver un disparo
La savia abandona un algo para esparcirse por el pasto.
16 años, la deuda era de más de un palo.
Y como racimos de quimeras
CĂłmo racimos de alambre de pĂşas y navajas.
Sostengo los dĂas 1 que se hicieron 2 y se convirtieron en cataras, nubes blancas que me atrofian la visiĂłn.
Atrofias mentales que se oxidan entre engranajes pensadores, que se gastan en letras y canciones, escarbando las razones de porque de todos no he sido yo.
Cómo polillas soñadoras chocando contra el bombillo.
Van callendo uno a uno
Van callendo prematuramente mis amigos
Se van sin hijos, sin nietos, sin olor a naftalina
Sin Alzheimer pellizcandoles la memoria.
CĂłmo cuentos mal narrados con un apresurado y destiempado fin.
Que querrá el de m�
Porque no me deja ir?
Que tengo que ver, escuchar o ser?
Cuál es la razón para que no me vaya?
Eso solo lo sabrá Dios.
O tal vez para que la muerte se inhiba y no nos ponga encima un dedo, la espante el hecho de que le perdimos el miedo.
Aún muerte, no me toqués el hombro con tu dedo.
Que aún tengo cosas que hacer, luego para morirme sacaré el tiempo.
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