domingo, 4 de agosto de 2019

Puertas de la soledad

Sentado llorando en la gradas.

Sentado llorando en las puertas de la soledad.
Te dije que te ibas a levantar y que te ibas a ir, pero me dijiste que no tenías voluntad de mover tus piernas para alejarte caminando.
Yo respiré, me arregoste  en tu pecho y sin mover un músculo me quedé sentado
 
Lloré por llorar, por las precipitadas promesas que se hicieron, por los desmesurados excesos que hago.

Viéndote desde el lente qué forma el culo de un vaso, viéndote correr con el, moviendo cada músculo de tus piernas.
Las piernas, los pies que a andar me enseñaron, los muslos para arregostarme a ellos.

Ahora coloco mi cabeza en el frío del concreto de las gradas.


Sentado llorando en las puertas de la soledad.
 tú silencio grita que no volverás mientras tengo a Dios a las espaldas.

Y no debemos nunca darle la espalda ni siquiera al crucifijo, porque incluso el hombre que sostiene se puede bajar y  apuñalarnos a mansalva 

(Iglesia de la soledad, San José centro, 20/03/19)

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