Rimas retumban como cadenas,
Estrofas retorciéndose como espinas.
El dulce néctar de las musas, ahora veneno
Y yo, poeta abatido, declino la copa divina.
El mar de las palabras me sofoca
Cada metáfora, un peso que me hunde.
Versos que antes volaban, ahora me estrellan
La poesía
Mi mazmorra profunda.
La belleza de un soneto
un espejismo
Un libre verso
un pájaro moribundo
Cada palabra
un recordatorio del abismo,
Donde la flor se pudre
Sin siquiera brotar
Anhelo el silencio del olvido
Desistir de la pluma, cerrar el libro sellado.
Pero aún en mi desdén
un ruido
La poesía vive
en mi corazón encadenado.
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