Quédate quieto, en silencio
No más palabras en forma de ponzoña
Percatémonos, admitamos que de mí no permanece casi nada
Sin llorar
Sin verter el alma por las mejillas
Ya no habrá más fuego que aplacar
Miremos
Mírame mientras te miro mirarme
Porque Ignoro la certeza de lo que soy o no
No sé ahora a qué pertenezco
Tampoco si esa silueta podría serlo
Abro los ojos paseándolos en los alrededores
Esperando verme y preguntarle que estamos haciendo empujando trenes de juguete que chocan contra la nada.
Me torno casi imperceptible
Como un borrador cansado que de borrar se borra así mismo en el desgaste.
He dado todo lo que tengo, pero no muero
Quedarán los muros, con boquetes y los vidrios
No muero, solo me desvanezco
Quizá mí pies dejarán de ser soporte, me convertiré en un cargamento que deberá ser arrastrado.
Más si un día mis piernas se doblan para suscitar un levantamiento, una insurrección del alma
Un capricho de la ilusión esperanzada
En el brillo de esa aurora te vendré a buscar.
Te quedarás quieto, en silencio
No habrá más vida gastada en forma de ponzoña.